martes, 9 de abril de 2013

ADAPTACIÓN CUENTO "TODA CLASE DE PIELES"


Hace ya muchísimo tiempo, en un reino muy muy lejano, ocurrió la cosa más terrible que nadie pueda imaginar, el joven príncipe del reino acababa de rechazar a la hija del rey del país de al lado por la mujer más bella del mundo, una chica muy blanca de piel, ojos azules como el cielo y el cabello dorado como el sol. Hablo de que ocurrió algo terrible porque resultó ser que la mujer que el joven príncipe rechazó poseía poderes mágicos, por lo que cuando quedó desolada por el rechazo del príncipe prometió hacerle la vida imposible.

Unos años después el joven príncipe y la bella mujer consiguieron casarse y convertirse en los nuevos reyes del reino. Al poco tiempo se dieron cuenta de que iban a ser padres, la vida les sonreía todo parecía perfecto, hasta que una noche cuando el rey paseaba por los jardines la mujer rechazada se le apareció, le recordó que su vida iba a ser un desastre, aunque en esos momentos todo pareciera perfecto…

A los meses la bella mujer dio a luz a la niña más preciosa que nadie había visto jamás, contaba con los mismos rasgos que su madre, pero en cuanto a belleza la sobrepasaba con creces, en ese momento fue cuando el rey se dio cuenta de que no iba a volver a ser feliz jamás, cuando el  médico real se le acercó para advertirle de que la reina estaba muy débil y parecía que no iba a sobrevivir al parto. Así ocurrió, la bella mujer tuvo tiempo para despedirse de su marido y de pedirle que cuidase de su hija como si se tratase de ella misma, y que rehiciese su vida con otra mujer que le hiciese feliz.
El rey no levantaba cabeza, venían mujeres a visitarle ya que conocían la noticia de que  necesitaba una reina para gobernar y cuidar de su hija, pero aun así él estaba ausente, ni sentía ni padecía. La preciosa hija se pasaba los días sola en su torre, no podía relacionarse con nadie ya que cuando el rey la veía éste sentía un dolor tan profundo que le entraban ganas de acabar con la vida de su hija, ya que era la única mujer en todo el reino que se parecía a su bella esposa difunta.

La pobre princesa ya no sabía que hacer, porque ella realmente no entendía por qué su padre no podía ni verla, cuál era el problema que tenía con ella, quien nunca había sentido el calor de un abrazo paternal o un beso en la frente, desde el día en el que falleció su madre fue trasladada a su torre en la que fue educada por una matrona conocida por su madre. Por lo menos tuvo el calor de algo parecido a una madre, pero nunca fue lo mismo.
Llegó un día en el que la princesa no aguantaba más y fue directa a hablar con su padre. El rey seguía en sus cabales de que no quería ver a la princesa, pero a ésta le dio igual. Entró en su alcoba y le contó todo lo que sentía, en cuanto terminó de hablar su padre le dijo que volviese a su torre, a lo que la princesa contestó que no, que para estar en la torre prefería que le diese dos vestidos, uno tan brillante y dorado como el sol, y otro tan brillante y plateado como las estrellas, además de un abrigo hecho con toda clase de pieles de los animales que habitaban el bosque y el anillo de su madre junto con la cadena que ella siempre había visto en los retratos, ya que de esta forma siempre tendría un recuerdo de ella a pesar de jamás haberla conocido, y así podría emprender su camino a través de los bosques del reino. Tras mucho meditarlo el rey accedió a darle todo lo que pedía asegurándose que ella no volvería nunca y escribió una carta para que la princesa leyese por el camino. En ella le decía que sentía mucho haberla tenido retenida en la torre durante tantos años y le contó todo lo ocurrido con la mujer a la que rechazó antaño, la que tenía poderes mágicos. El rey siempre había temido por la vida de su hija, al igual que sabía que su esposa había fallecido por culpa de ese rechazo a la princesa del otro reino. La princesa al leer la carta de su padre quedó desolada, porque cayó en la cuenta de que su padre en verdad la quería y que no la había tenido encerrada por voluntad propia, sino por su seguridad.

Una vez de camino al bosque y con el abrigo de toda clase de pieles, la princesa tropezó y cayó por un agujero gigante perdiendo el conocimiento. Cuando despertó estaba consternada, no tenía ni idea de dónde estaba, solamente era consciente de que llevaba consigo los regalos que su padre le había dado. 

Al cabo de un rato apareció por allí cerca un rantoncito que le habló, ella se quedó paralizada, ¡había entendido lo que le decía un ratoncito! El pequeño roedor le preguntó que si había visto a su familia, la princesa le contestó que no había visto a nadie y que cómo era posible que le hubiese entendido, a lo que el ratoncito le dijo que cómo no le iba a entender si todos en ese lugar hablaban el mismo idioma, por lo que la princesa le preguntó cuál era el nombre de ese lugar. El ratón se irguió y muy agradablemente le dijo “Señorita, usted se encuentra en el reino de Oz, donde todos vivimos en armonía y amistad”, la princesa quedó sorprendida porque nunca antes había oído el nombre de este reino, acto seguido ella le pidió al ratoncito que le llevase a hablar con el rey del reino de Oz, cosa que el ratoncito aceptó con mucho gusto, pero la rectificó informándola de que no se trataba de un rey, sino de una reina.

Cuando se acercaban al centro del reino el ratón le dijo que él no podía avanzar más ya que tenía que seguir en busca de su familia, la princesa le dio las gracias y le deseó suerte para que los encontrase lo antes posible, entonces se separaron.
Cuando llegó a las puertas de la ciudad éstas se abrieron dejándola paso hacia el interior de la misma. Acto seguido se abalanzaron sobre ella y al pensar que podría ser una amenaza, dado que al llevar el abrigo de toda clase de pieles, la llevaron a las mazmorras, donde más tarde al ver que nadie corría peligro le dieron la opción de permanecer ayudando en las cocinas del castillo, a lo que la princesa dijo que sí.

Daba la casualidad de que esa misma noche se celebraba en el castillo una fiesta a la que estaban invitados todos los habitantes del reino, la princesa jamás había asistido a una fiesta ya que siempre había estado encerrada en su torre. Por eso mismo le pidió al jefe de cocina que le dejase asistir un rato al baile para ver cómo era, él le dijo que sí, pero que no se retrasara mucho. La princesa fue corriendo a ponerse el vestido tan brillante y dorado como el sol y como un rayo llegó al salón principal donde se estaba llevando a cabo el gran baile. El príncipe del reino en cuanto vio a la princesa quedó prendido de ella, porque en su vida había visto una mujer tan hermosa como lo era ella. La reina dio comienzo al baile y el príncipe ensimismado fue corriendo a pedirle a la princesa el primer baile. Estuvieron un buen rato bailando, hasta que la princesa se dio cuenta de que debía marcharse y en un momento de despiste salió corriendo a las cocinas.
El cocinero le dijo que esa noche ella tendría que hacer la sopa del príncipe, y tenía que hacerlo bien porque era su plato preferido, en un primer momento ella se asustó porque nunca había cocinado nada, pero en seguida se puso manos a la obra y terminó. Tuvo la idea de introducir en la sopa el colgante de su madre, para otorgarle al príncipe con un presente.

A la tarde siguiente se volvió a celebrar otro baile, y la princesa volvió a pedirle permiso al cocinero para subir a verlo, en esta ocasión se puso el vestido tan brillante y plateado como las estrellas. Una vez en el salón el príncipe fue el primero en pedirle la mano para bailar, a pesar de todos los pretendientes que la princesa tenía, ella le aceptó de buena gana. Cuando se quiso dar cuenta, el príncipe había conseguido que se quedasen a solas y comenzaron una conversación. Él quería saber más de ella, pero la princesa no sabía realmente que contestarle, entonces se armó de valor y le contó todo lo ocurrido desde que cayó por aquel enorme agujero. El príncipe, petrificado, reaccionó bastante tarde diciéndole que la quería ayudar a regresar a su reino con su padre, ya que él no tuvo la oportunidad de conocer al suyo y pensaba que era imprescindible aprovechar el tiempo con un padre.
El príncipe llevó a la princesa a una sala de palacio en la cual había muchos frascos de diferentes colores. El príncipe le contó que en su reino se dispone de la magia más poderosa que nadie pueda imaginar, y que le iba a otorgar a ella el poder de hacerse realidad todo lo que quisiera; la princesa encantada aceptó.

En el momento en el que recibió sus poderes deseó con todas sus fuerzas regresar a su reino acompañada del príncipe y de su madre.
Con un chasquido de dedos se encontraron todos en el palacio del padre de la princesa, ella corrió por todo el palacio en busca de su padre y lo encontró en el trono atado y amordazado. Cuando corrió hacia él una fuerza la sujetó en el aire, se trataba de aquella mujer a la que su padre había rechazado de joven por su madre. La princesa deseó con todas sus fuerzas no volver a ver jamás a esa mujer y que fueran todos juntos felices de una vez por todas.

Y así ocurrió, el padre de la princesa y la madre del príncipe se enamoraron inmediatamente y se jubilaron para ser felices en una parte del reino, mientras que el príncipe y la princesa se convirtieron en reyes y gobernaron por siempre jamás, como no viviendo felices y comiendo perdices.

FIN