Hace ya
muchísimo tiempo, en un reino muy muy lejano, ocurrió la cosa más terrible que
nadie pueda imaginar, el joven príncipe del reino acababa de rechazar a la hija
del rey del país de al lado por la mujer más bella del mundo, una chica muy
blanca de piel, ojos azules como el cielo y el cabello dorado como el sol.
Hablo de que ocurrió algo terrible porque resultó ser que la mujer que el joven
príncipe rechazó poseía poderes mágicos, por lo que cuando quedó desolada por
el rechazo del príncipe prometió hacerle la vida imposible.
Unos años
después el joven príncipe y la bella mujer consiguieron casarse y convertirse
en los nuevos reyes del reino. Al poco tiempo se dieron cuenta de que iban a
ser padres, la vida les sonreía todo parecía perfecto, hasta que una noche
cuando el rey paseaba por los jardines la mujer rechazada se le apareció, le
recordó que su vida iba a ser un desastre, aunque en esos momentos todo
pareciera perfecto…
A los meses
la bella mujer dio a luz a la niña más preciosa que nadie había visto jamás,
contaba con los mismos rasgos que su madre, pero en cuanto a belleza la
sobrepasaba con creces, en ese momento fue cuando el rey se dio cuenta de que
no iba a volver a ser feliz jamás, cuando el
médico real se le acercó para advertirle de que la reina estaba muy
débil y parecía que no iba a sobrevivir al parto. Así ocurrió, la bella mujer
tuvo tiempo para despedirse de su marido y de pedirle que cuidase de su hija
como si se tratase de ella misma, y que rehiciese su vida con otra mujer que le
hiciese feliz.
El rey no
levantaba cabeza, venían mujeres a visitarle ya que conocían la noticia de que necesitaba una reina para gobernar y cuidar de
su hija, pero aun así él estaba ausente, ni sentía ni padecía. La preciosa hija
se pasaba los días sola en su torre, no podía relacionarse con nadie ya que
cuando el rey la veía éste sentía un dolor tan profundo que le entraban ganas
de acabar con la vida de su hija, ya que era la única mujer en todo el reino
que se parecía a su bella esposa difunta.
La pobre
princesa ya no sabía que hacer, porque ella realmente no entendía por qué su
padre no podía ni verla, cuál era el problema que tenía con ella, quien nunca
había sentido el calor de un abrazo paternal o un beso en la frente, desde el
día en el que falleció su madre fue trasladada a su torre en la que fue educada
por una matrona conocida por su madre. Por lo menos tuvo el calor de algo
parecido a una madre, pero nunca fue lo mismo.
Llegó un día
en el que la princesa no aguantaba más y fue directa a hablar con su padre. El
rey seguía en sus cabales de que no quería ver a la princesa, pero a ésta le
dio igual. Entró en su alcoba y le contó todo lo que sentía, en cuanto terminó
de hablar su padre le dijo que volviese a su torre, a lo que la princesa
contestó que no, que para estar en la torre prefería que le diese dos vestidos,
uno tan brillante y dorado como el sol, y otro tan brillante y plateado como
las estrellas, además de un abrigo hecho con toda clase de pieles de los
animales que habitaban el bosque y el anillo de su madre junto con la cadena
que ella siempre había visto en los retratos, ya que de esta forma siempre
tendría un recuerdo de ella a pesar de jamás haberla conocido, y así podría
emprender su camino a través de los bosques del reino. Tras mucho meditarlo el
rey accedió a darle todo lo que pedía asegurándose que ella no volvería nunca y
escribió una carta para que la princesa leyese por el camino. En ella le decía
que sentía mucho haberla tenido retenida en la torre durante tantos años y le
contó todo lo ocurrido con la mujer a la que rechazó antaño, la que tenía
poderes mágicos. El rey siempre había temido por la vida de su hija, al igual
que sabía que su esposa había fallecido por culpa de ese rechazo a la princesa
del otro reino. La princesa al leer la carta de su padre quedó desolada, porque
cayó en la cuenta de que su padre en verdad la quería y que no la había tenido
encerrada por voluntad propia, sino por su seguridad.
Una vez de
camino al bosque y con el abrigo de toda clase de pieles, la princesa tropezó y
cayó por un agujero gigante perdiendo el conocimiento. Cuando despertó estaba
consternada, no tenía ni idea de dónde estaba, solamente era consciente de que
llevaba consigo los regalos que su padre le había dado.
Al cabo de un rato
apareció por allí cerca un rantoncito que le habló, ella se quedó paralizada,
¡había entendido lo que le decía un ratoncito! El pequeño roedor le preguntó
que si había visto a su familia, la princesa le contestó que no había visto a
nadie y que cómo era posible que le hubiese entendido, a lo que el ratoncito le
dijo que cómo no le iba a entender si todos en ese lugar hablaban el mismo
idioma, por lo que la princesa le preguntó cuál era el nombre de ese lugar. El
ratón se irguió y muy agradablemente le dijo “Señorita, usted se encuentra en
el reino de Oz, donde todos vivimos en armonía y amistad”, la princesa quedó
sorprendida porque nunca antes había oído el nombre de este reino, acto seguido
ella le pidió al ratoncito que le llevase a hablar con el rey del reino de Oz,
cosa que el ratoncito aceptó con mucho gusto, pero la rectificó informándola de
que no se trataba de un rey, sino de una reina.
Cuando se
acercaban al centro del reino el ratón le dijo que él no podía avanzar más ya
que tenía que seguir en busca de su familia, la princesa le dio las gracias y
le deseó suerte para que los encontrase lo antes posible, entonces se
separaron.
Cuando llegó
a las puertas de la ciudad éstas se abrieron dejándola paso hacia el interior de
la misma. Acto seguido se abalanzaron sobre ella y al pensar que podría ser una
amenaza, dado que al llevar el abrigo de toda clase de pieles, la llevaron a
las mazmorras, donde más tarde al ver que nadie corría peligro le dieron la
opción de permanecer ayudando en las cocinas del castillo, a lo que la princesa
dijo que sí.
Daba la
casualidad de que esa misma noche se celebraba en el castillo una fiesta a la
que estaban invitados todos los habitantes del reino, la princesa jamás había
asistido a una fiesta ya que siempre había estado encerrada en su torre. Por
eso mismo le pidió al jefe de cocina que le dejase asistir un rato al baile
para ver cómo era, él le dijo que sí, pero que no se retrasara mucho. La
princesa fue corriendo a ponerse el vestido tan brillante y dorado como el sol
y como un rayo llegó al salón principal donde se estaba llevando a cabo el gran
baile. El príncipe del reino en cuanto vio a la princesa quedó prendido de
ella, porque en su vida había visto una mujer tan hermosa como lo era ella. La reina
dio comienzo al baile y el príncipe ensimismado fue corriendo a pedirle a la
princesa el primer baile. Estuvieron un buen rato bailando, hasta que la
princesa se dio cuenta de que debía marcharse y en un momento de despiste salió
corriendo a las cocinas.
El cocinero
le dijo que esa noche ella tendría que hacer la sopa del príncipe, y tenía que
hacerlo bien porque era su plato preferido, en un primer momento ella se asustó
porque nunca había cocinado nada, pero en seguida se puso manos a la obra y
terminó. Tuvo la idea de introducir en la sopa el colgante de su madre, para
otorgarle al príncipe con un presente.
A la tarde
siguiente se volvió a celebrar otro baile, y la princesa volvió a pedirle
permiso al cocinero para subir a verlo, en esta ocasión se puso el vestido tan
brillante y plateado como las estrellas. Una vez en el salón el príncipe fue el
primero en pedirle la mano para bailar, a pesar de todos los pretendientes que
la princesa tenía, ella le aceptó de buena gana. Cuando se quiso dar cuenta, el
príncipe había conseguido que se quedasen a solas y comenzaron una
conversación. Él quería saber más de ella, pero la princesa no sabía realmente
que contestarle, entonces se armó de valor y le contó todo lo ocurrido desde
que cayó por aquel enorme agujero. El príncipe, petrificado, reaccionó bastante
tarde diciéndole que la quería ayudar a regresar a su reino con su padre, ya
que él no tuvo la oportunidad de conocer al suyo y pensaba que era
imprescindible aprovechar el tiempo con un padre.
El príncipe
llevó a la princesa a una sala de palacio en la cual había muchos frascos de
diferentes colores. El príncipe le contó que en su reino se dispone de la magia
más poderosa que nadie pueda imaginar, y que le iba a otorgar a ella el poder
de hacerse realidad todo lo que quisiera; la princesa encantada aceptó.
En el
momento en el que recibió sus poderes deseó con todas sus fuerzas regresar a su
reino acompañada del príncipe y de su madre.
Con un
chasquido de dedos se encontraron todos en el palacio del padre de la princesa,
ella corrió por todo el palacio en busca de su padre y lo encontró en el trono
atado y amordazado. Cuando corrió hacia él una fuerza la sujetó en el aire, se
trataba de aquella mujer a la que su padre había rechazado de joven por su
madre. La princesa deseó con todas sus fuerzas no volver a ver jamás a esa
mujer y que fueran todos juntos felices de una vez por todas.
Y así
ocurrió, el padre de la princesa y la madre del príncipe se enamoraron
inmediatamente y se jubilaron para ser felices en una parte del reino, mientras
que el príncipe y la princesa se convirtieron en reyes y gobernaron por siempre
jamás, como no viviendo felices y comiendo perdices.
FIN